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AA-Info n.5 - Julio 2024
« …Hasta que Cristo sea formado en vosotros » (Ga 4, 19)
Editorial
P. Ngoa Ya Tshihemba
Superior General de los Agustinos de la Asunción
El Consejo General Plenario (CGP) de junio próximo pasado se ha realizado en los Estados Unidos de América. Todo ha tenido lugar en el campus de la Université de l’Assomption. La comunidad Emmanuel House se halla sobre el mismo campus. Los que ya han visitado los lugares lo saben : cuando se entra en la capilla central de la universidad, veréis directamente sobre el altar estas palabras del Apóstol san Pablo a los Gálatas : « Until Christ be formed in you ! » (« Hasta que Cristo esté formado en ti »). Para cualquier asuncionista, estas palabras colocadas en el centro de la capilla de una universidad debería ser algo más que un sencillo recuerdo.
Esas palabras nos traen a la mente en efecto una idea, una preocupación, una misión central en la vida y en la espiritualidad de nuestro fundador : formar a Cristo en las almas. La educación continúa siendo un proyecto apostólico prioritario. Como ha sido notado en el 34º Capítulo general, de la escuela maternal a la universidad, nuesra congregación atiende anualmente a unos 30 000 alumnos repartidos en 88 establecimientos educativos para afrontar retos diversos: ignorancia, secularización, increencia, indiferencia, individualismo, discriminación social, materialismo (cf. Actes n. 178).
Cada día, durante el tiempo de la meditación antes de la misa matinal, estas palabras « Hasta que Cristo sea formado en vosotros » estaban sobre el altar, ante mí. Ellas alimentaban mi oración, motivaban mi esperanza y también suscitaban preguntas en el fondo de mí mismo, no sólo como religioso asuncionista sino también y sobre todo como sucesor de quien había encontrado en tales palabras la razón de ser de toda la educación cristiana y religiosa. La formación de Jesucristo en las almas, decía el Fundador, he ahí la única meta de la educación. Y proseguía: « Cuando hayamos puesto a las almas jóvenes sobre la vía en que pueden acercarse a las perfecciones del Hombre-Dios, les habremos dado la más admirable preparación para la vida. » (E.S, p. 235-236.)
En una carta a Marie Eugénie (14 diciembre del 1868), D’Alzon explica que la triple encarnación de Jesucristo, naciendo en el pesebre, sobre el altar y en nuestras almas, es el misterio que debería absorbernos completamente. Absorbernos totalmente para hacer nacer en Nosotros a Jesucristo en nosotros y alrededor nuestro, sobre todo en los jóvenes. Como todo eso no es posible sin « dolor de parto », esta cuestión del P. d’Alzon puede servir de llave de lectura sobre todo para aquellos que están directamente implicados en la educación de jóvenes : « ¿Tengo yo por ellos este sufrimiento del Apóstol que trataba de engendrar a Jesucristo en las almas que trataba de evangelizar? » (E.S. p. 99) El dolor de parto del que se trata aquí es soportable solamente si creemos en lo que esperamos. Jesús da ejemplo en el evangelio : « La mujer cuando da a luz está en la pena porque ha llegado su hora. Pero cuando ha nacido el niño, se le olvida el sufrimiento porque ha nacido un ser humano al mundo. » (Jn 16, 21) Sí, nuestro gozo, nadie nos lo puede arrebatar cuando hayamos cumplido la noble tarea de preparar a los jóvenes que acompañamos en la verdadera vida.
Para que « la encarnación mística » llegue a término, es decir la doble encarnaión de Jesús en nuetras almas y en la de los demás, el P. d’Alzon nos propone a Marie como modelo en su obediencia, su humildad, su contemplación y su amor. ¿Cómo vivir estas virtudes en una sociedad en son cada vez menos estimadas ? Hoy, los jóvenes y nosotros que les acompañamos, nos enfrentamos a varios desafíos que afectan igualmente a nuestra experiencia religiosa: la presión y la manipulación a través de las redes sociales, subjetivismo axiológico, el individualismo, la puesta en tela de juicio de la autoridad, el deseo que todos tienen. Si todo el mundo parece de acuerdo con la importancia de la libertad en la vida, tanto a nivel individual como social, la pregunta sigue siendo : ¿qué sentido dar a este valor fundamental ?
No hay razones para bajar los brazos. Al contrario, es el momentode vivir serenamente lo que creemos. Cuando hasta la imagen de Dios se borra, cuando el nombre de Jesucristo nada dice ya a la gente, cuando la experiencia religiosa parece salir de la lista de las cosas esenciales sobre todo entre los jóvenes, entonces llega la urgencia de repetir con el P. d’Alzon : « No puedo amar a Jesucristo sin querer que todas las criaturas le amen, y he ahí la razón de lo que debe hacer el carácter católico de mi vida. (E.S p. 123) Con esta seguridad, con este fe y esta esperanza es con la que el mensaje debe ser proclamado con fidelidad y creatividad, porque la historia de Jesús coincide con nuestros deseos más profundos de amor, de libertad y de felicidad. Sí, incluso si ello va acompañado de un cierto dolor de parto, os exhorto a cada uno a llevar la antorcha constante de aquel santo deseo nuestro fundador : formar a Cristo en las almas.
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