Nacer en 1810 y morir en 1880 es abarcar un siglo. El hombre a quien vamos a escuchar nos va a llevar constantemente al siglo XIX, y nos imaginamos lo que pudo significar nacer veinte años después de la Revolución francesa.
El siglo XIX está cortado en dos partes por 1848. La vida del Padre d'Alzon también. Debió abandonar la seguridad y avanzar sin saber con claridad hacia dónde. En medio de estos cambios y desconciertos permaneció libre de nostalgias y de nuevas modas. En esto, sobre todo, es un ejemplo y tiene algo que decir.
Según su manera de hablar de la Revolución de 1789, se ve que, como tantos otros de su medio social, hubiera podido anclarse en las nostalgias y en el horror. Hay que verlo, de 6 a 13 años, vivir en Lavagnac, Herault. Un gran palacio con cuatro torres angulares, un parque magnífico. Y un apellido, una divisa que proclama la fe heroica: Los Daudé d'Alzon. «Deo Dati», «Dados a Dios». El escudo de armas: "de sangre con un león coronado que tiene una flor de lis" Dios y el Rey, el estallido y la sangre. Combatir. Escucha con pasión los relatos de las Guerras de Religión en las montañas de Cévennes: un Daudé muerto por los “camisards” con el tío del caballero de Assas. Y las terribles historias de la Revolución, la guillotina, los incendios, sacerdotes apresados, sus abuelos en la cárcel. En su ambiente se vive entre el miedo del desorden y el deseo de volver a encontrar lo que existió en otro tiempo.
¡Combatir! Desde París, donde estudia, le confia a su padre su vocación: entrar en Saint-Cyr. Renunciará, pero siempre le quedará algo de militar en el pensamiento y en el estilo: el Papa es considerado como un general en jefe y los obispos, coroneles. “La oración hace soldados dispuestos, al primer clarinazo, a empuñar las armas para el combate de Dios”
Muy pronto le apasionan estos combates. Siendo estudiante, se alista en la Asociación para la defensa de la religión católica. « Defensa » define la época (durante mucho tiempo los católicos van a tener mentalidad de sitiados) y define a Manuel.
Y también frecuenta la "Conferencia Religiosa" en la que se encuentra Lammennais. Fascinación. Primer choque de ideas nuevas, primera visión de la Iglesia que, por fin, no vuelve la espalda a la sociedad “moderna”.
La idea de defender la Iglesia terminará en una decisión que asombrará a sus amigos. “ ¿Les doy miedo con una sotana de sacerdote? Sin embargo, he reflexionado mucho”. Vuelve a Lavagnac, estudia solo durante dos años, ingresa en el seminario de Montpelier y termina la formación teológica en Roma. Segundo gran choque: será, de por vida, un incondicional del Papa.
Combatir y Crear
Ordenado sacerdote a sus 24 años, se ofrece al Obispo de Nîmes, porque esta ciudad es la plaza fuerte de los protestantes del sur. ¡Combatir! Se lanza inmediatamente a la controversia. Durante un tiempo piensa incluso llevar los protestantes a Roma, como Newman, a quien admira mucho, quiere llevar a los anglicanos. Apuesta por la enseñanza. Es su combate. Hasta el fin de su vida, cuando este combate se llamará Prensa Católica, el Padre d'Alzon será siempre un enseñante: para él, toda acción apostólica, absolutamente toda, debe enseñar la fe.
Desde que llega a Nîmes, se lanza vertiginosamente a la predicación y al catecismo: "soy casi el maestro de todos los niños de Nîmes de 12 a 15 años". En este ambiente compra, en 1844, un colegio en quiebra: Nuestra Señora de ia Asunción. Allí comienza otro combate: la libertad de enseñanza.
Tres años antes, la Madre María Eugenia de Jesús, fundadora de las Religiosas de la Asunción (sin duda el vocablo parece abiertamente un signo) había pedido al “abate” d'Alzon que fuese su director espiritual. Entra así en relación con una congregación joven dedicada a la enseñanza, cuyo espíritu le gusta. De ahí a fundar algo parecido para hombres, no hay más que un paso.
En septiembre de 1845 da inicio modestamente (los comienzos humildes nunca le asustarán) la Asociación de la Asunción, que agrupa, según una sus ideas favoritas, sacerdotes y laicos: 9 en total. En Navidad, inicio del noviciado de la congregación naciente y comienzo de la Orden Tercera. Cinco años más tarde (largos años que desgastan sus nervios), en Navidad de 1850, el nacimiento oficial de los Asuncionistas: el Padre d'Alzon y otros. cuatro religiosos emiten los votos públicos de pobreza, castidad y obediencia.
Siguen duros años de crisis, se agota en las responsabilidades de su Diócesis (enfermedad y muerte del Obispo) y todas las pruebas le caen encima: falta de dinero, escasez de vocaciones, criticas, salud comprometida. El respiro llega en 1857: tres grandes creaciones van a ayudar al crecimiento de la Asunción. En 1862 lanza la Misión de Oriente (Bulgaria y Turquía) y, para ella, crea las Oblatas de la Asunción, sólidas y audaces misioneras.
En 1871, desesperado porque veía que su Congregación no era más que un estado mayor sin soldados, salta sobre un ofrecimiento: le proponen un viejo torreón en Savoya con la idea de buscar vocaciones en los ambientes populares. En cuanto se efectúa la compra, el castillo se transforma en seminario menor que se llamará “alumnado”. Dentro de una pobreza inusitada, se acogen a niños de familias modestas. Estos alumnados llenarán los noviciados y hacen de la congregación un mundo original, de hijos de campesinos y de obreros, que se abrirán, con un mismo impulso, a la vida religiosa y a una vasta cultura, bajo la inspiración del Padre d'Alzon..
Tercera realización: La comunidad de Asuncionistas de Paris, pequeña, pero decidida, lanza en el número 8 de la calle François I, por una idea del Padre d'Alzon, la asociación de "Notre Dame du Salut", (Ntra. Sra. de la Salvacion) de donde van a salir, entre otras, dos obras que van a marcar a la Congregación: las grandes peregrinaciones nacionales y la "Bonne Presse" (La Buena Prensa), con la revista "Le Pélerin" (El peregrino) y el diario "La Croix" (La Cruz), y muy pronto periódicos para niños.
Cuando muere el P. d'Alzon en 1880, solamente hay 63 religiosos, ¡pero en sus 14 casas se ocupan de 92 obras! Les ha dado un espiritu de creatividad atrevida puesta al servicio de una sola idea, de un grito de amor: ¡Venga a nosotros tu Reino!
La Iglesia validó el legado espiritual del Padre Emmanuel d'Alzon en diciembre de 1991, otorgándole el título de Venerable.
André Sève, a.a. (Libro: "Cristo es mi vida")